La otra cara de Manrique Oriental

Es bien cierto que no se puede negar el pasado oscuro y nefasto del barrio Manrique Oriental, un pasado manchado de sangre y revestido de lágrimas y de dolor, pero es cierto también que el barrio aun sufre ese estigma por parte de quienes no le conocen y lo juzgan por su violento pasado. Manrique ya se reivindicó y cambió. Lo decimos quienes hemos nacido, nos hemos criado y aun vivimos en la comuna Nororiental, en el barrio Manrique Oriental, y a quienes nos tocó vivir aquella época de violencia, pero que precisamente hoy somos testigos de su cambio, de su paz.
Nosotros a diferencia de lo que expresó el escritor Fernando Vallejo en su libro La Virgen de los Sicarios, no vimos la comuna nororiental desde lejos en la terraza de un apartamento; sino, que estuvimos y estamos entre esas luces que Vallejo vio palpitar a lo lejos. No pretendo negar el pasado de Manrique, pero tampoco quiero hablar de él en estas líneas. Creo que ya tiene suficientes en miles de archivos de periódicos. Así lo expresa también la misma gente: hay que hablar del nuevo Manrique, el de la paz, el de la gente amable y alegre, el fiestero y también del tranquilo y callado, en el que no se ven más interrumpidas las noches por los sonidos de cañones de metralla.
Y hay que hablar de ese nuevo Manrique, porque duele mucho ese estigma y ese rechazo que surgen cuando decís que vivís en Manrique Oriental.
Y ese rechazo suerge precisamente a raíz de la ignorancia de la realidad. Porque es muy cierto que la ignorancia es atrevida.
Hay que hablar y mostrar el Manrique de hoy, para que la gente venga con tranquilidad.
Muchos ya lo han hecho, lo han visitado, se han sorprendido de su cambio y hasta se han amañado en sus alredores, con sus fiestas y con su gente.
Puedo decir con plena seguridad que hoy Manrique es otro, y no pretendo sacarlo yo sola de los prejuicios malos de la gente, pero si quiero aportar mi granito de arena e ir mostarnado en este espacio, en la medida posible,su cara positiva: su gente, sus personajes, sus lugares, sus acontecimientos, sus fiestas, para que aquellos que le rechazan, cambien su imagen de él y su gente.